Nos hundimos: el palace sirviendo la última cena del titanic

No sé vosotros, pero yo, que como normalmente de menú, desde la crisis no tengo que esperar colas en los restaurantes, veo carteles de «8 Euros, pan bebida y postre» y taxis libres a las cuatro de la mañana por La Gran Via. El 11870 me escribe más a menudo que antes avisándome que algún restaurante de los que tengo comentados ha cerrado (joe!). También han caído Pause, Hespen&Suarez y ayer escuché que Delina’s ha dado suspensión de pagos. McDonalds tiene hamburguesas de 1 euro y cuando pides una te preguntan que cuántas quieres!! Si les preguntas a los de la caja te cuentan cómo la gente pide de cinco para arriba.

En estas estamos cuando ayer conseguimos in extremis, literalmente, una mesa para La Última cena del Titanic, servida en el restaurante del Palace en Madrid. Es imposible conseguir mesa: todo completo. Han coseguido llenar el comerdor del hotel durante más de un mes. Precio por persona, con vinos, 70 euros. En otras palabras; he terminado por ver cómo un «contenido» (audiovisual, porque todo esto pasa a rebufo de la pelicula, claro).  Y Para meternos en jaleo, ya habíamos visto la exposición -no muy extensa, pero sí interesante- de Los Objetos del Titanic .

Ayer, en la cena, aparte de hablar de ministros y sus reuniones  – digo yo que alguien estará trabajando en los ministerios, porque ellos todo el día reunidos de acá para allá, poco podrán hacer-  hablábamos de la fascinación por todo lo que rodea al mundo del este barco, el insumergible, como le llamaban, el barco más lujoso de su época… que nunca llegó a su destino.

Googleando he encontrado algunos datos de el menu que nos tomamos, elaborado por el Adriá de la época. Un menú original se ha  subastado recientemente por 50.000 dolares. También he encontrado una página web que te vende las recetas de dicho menú, una reproducción de la vajilla y «datos sobre el barco» para que puedas tener una cena muy interesante y amena. Y no solo hay un libro en Barnes&Noble sobre el titanic, esa cena y el mundo que le rodeaba. En fin, contenido, contenido, contenido.

¿Qué tiene de fascinante el Hundimiento del Titanic? Supongo que es ver cómo lo que parece glorioso e indestructible desaparece frente a nuestras narices. La ironía de la vida, supongo. Volviendo a casa, e intentando arrancar la digestión, al pasar por la plaza de Canelajas, me acordé de Teknoland -empresa para la que estuve a punto de ir a trabajar. No me eligieron a mi para el puesto: me quedé a la puerta. Lo viví como un fracaso. Como si se «me escapara un barco». Que ironía.

Para los más jóvenes del lugar, Teknoland era aquella empresa mítica de los 90’s:  la más moderna, el mejor sitio para trabajar: llena de salas de colores chillones que contenían futbolines y obras de arte. Luis Cifuentes era el ejecutivo que iba a trabajar en bicicleta y concedía entrevistas al Canal Estilo. Pero Telefónica no cumplió el acuerdo que tenía y quebraron. Años después  ganaron la demanda… pero yo ayer veía en la que fue la torre de Teknoland a una chimena del titanic: sería el vino.